viernes, 16 de agosto de 2013

Selección natural: Filofobia

Podría ser un poquito menos cruel esto de las relaciones, claro, puede ser que en tu vida anterior la cagaste tantas veces que ahora inevitablemente te toca pagar las deudas. Sucede que esto no me consuela.

Es difícil entender que después que te has topado con tantos imbéciles que te cagan, vuelvas ESTÚPIDAMENTE a creer en otro, jugando todas tus cartas y ofreciendo sinceramente todo de ti. Y después, cuando estás inmensamente vulnerable, se va todo al carajo. Ahí de nuevo a abrir tus apuntes sobre cómo superar una ruptura, comprarte 50 cajas de pañuelos, juntarte con las amigas a hacer catarsis, borrar sus mensajes una vez aprendidos de memoria, subir más de 2 kilos por los fin de semanas de helado y chocolate.

En todas partes aparece eso de la filofobia, del miedo al compromiso, a las relaciones, del por qué dejamos que ese miedo nos torture y se desperdicien tantas nauseosas historias de amor. No es miedo, es la consecuencia  de cansarse de tener que levantarse sofocada de dolor, de recuerdos que hay que votar a la basura, de pelmazos que te van quitando un poco las ganas de conocer a otros pelmazos. Eso no es miedo, es el aprendizaje irremediable, es la humillación del valiente que ahora prefiere ser cobarde, pero seguir vivo; hasta un pendejo sabe que será castigado si se saca una mala nota. Todos aprendemos así, a la mala, con los tropiezos y las pésimas experiencias.
Así que no me vengan acá a decir que no tengo que tener miedo después. Y aunque sea mi mala forma de escoger la que me tiene herida y resentida, no necesito escuchar frases de autoayuda como buscar otro tipo de hombres o  no cerrarme a otra relación, que se vayan todos al carajo. No me gusta sufrir, no quiero hacerlo de nuevo, eso es tan natural en todos.
Es siempre más seguro (si decepcionante) tener relaciones vacías con un poco de sexo que involucrarse e intentar un lazo de verdad con otro espécimen, y salir perdiendo. Si no, como habrían tantos blogs.

Bueno y si en un de esas llega esa media naranja que estuvo esperando  y por culpa de los pelmazos previos usted no lo nota, no se culpe, es culpa de él por haber llegado demasiado tarde.

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