lunes, 19 de mayo de 2014

El viagra femenino

Me animé a escribir este post en un gesto de infinita bondad hacia el desafortunado género masculino, que poco a poco va perdiendo la batalla en esto del sexo y tiene que recurrir al mundo científico para pastillitas que enciendan el motor femenino.
Acá va mi receta magistral, no tiene marca registrada porque invito a todo macho que se atreva a usarla para su wacha:

- Pregúntele como estuvo su día. Cuando lo mire en búsqueda de aprobación, aunque usted ya se haya perdido en la primea frase, asiente.

- Escriba un mensaje de buenas noches y la ganas que tiene de que la junta de Tobi termine pronto. Termine con una frase cochina. Cuando llegue le aseguro que lo estarán esperando despierto.

-Cuando se vayan a la cama antes de dormir dele un beso ardiente, brusco, agitado y largo, pero evite cualquier otra caricia. Después se da vuelta y se duerme. Le aseguro una mañanera, si es que lo dejan dormir.

- Dígale que está rica, siempre. Admita que el vestido negro lo calienta.

-Prepare un domingo un desayuno a la cama, agregue frutas con las que se pueda jugar.
-No se salte nunca la previa.

-Las caricias como cosquillas desde el costado hacia el abdomen nunca fallan. Use la punta de sus dedos y genere con ellas esa mezcla de cosquillas y excitación que pocos logran.

-Dígale todas las fantasía que quiere hacerle.

-Si tiene que irse, quédese un rato con ella, no tome las pilchas de inmediato. Le afirmo que las caricias posteriores o el simple hecho de quedarse  un rato le aseguran otras invitaciones futuras.


El sexo solo, bruto, vacío,  está en el mismo  cajón de matapasión como los calcetines puestos, la falta de ducha o la pelusa en el ombligo. No digo que necesitamos estar enamoradas. A veces ni el amor logra un buen sexo, pero es la única vez que se perdona.
La química loca, esa que nos hace tropezar hasta con el menos agraciado sujeto por sobre el weón mino que resultó tremendamente latero es la más simple pastillita de lujuria.  Le advierto que le hervirá hasta la piscola a su mina!.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Enamorarse por primera vez

Quiero hacer una diferencia a mis lectoras y curiosos lectores que se dan una vuelta por aquí (bienvenidos todos).
Este post está dedicado no al primer amor,infantilizado, inocente y rosado de la adolescencia, ni el platónico forever.
Quiero hablar de este que se convierte en el verdadero, el único o no, el primero o el último de todos que probablemente cambió todos los conceptos antes aprendidos en un blog.
Todo empezó en una mirada, más prolongada que cualquier otra. Porque todo gran amor empieza a primera vista, produciendo escalofrios o cualquier sensación inequívoca que esto que se siente es diferente.
Las circunstancias son variables, pudo no tomarle importancia, pudo haber quedado con la bala pasada varias semanas o inmediatamente engancharon ambos y ya no pudieron separarse.
Se encontraron, descubrieron mil cosas comunes y otras tantas que no lo eran, pero los hacía acercarse más. Había curiosidad, esperanzas, futuro impronunciable pero era fácil imaginarlo. Había química y física entre ambos.
Todo se dio rápido y viniero los viajes juntos, los almuerzos en familia, el odio inicial de la suegra que se iba disipando a medida que los veían juntos, los amigos se volvieron comunes.
Más de una vez hubo una pelea grave, pero evitaron las palabras hirientes, las cicatrices comunes porque se amaban.
No había medias naranjas involcrudas, eran dos personas imperfectas que se transformaron en la mejor versión de ambos.
Hubo días dificiles y tuvieron que intercambiar papeles, hubo fuego y ternura, rutina bien llevada. Sueños por cumplir, gustos aprendidos
Se sanó de lo que antes había vivido, de los amores de mentira, de los errores.

Y en algún momento sin saber, todo eso fué, circunstacias que vinieron a disolver lo de ambos, distancias que los alejaron indefectiblemte.

Este primer amor lo recuerda con un suspiro ardiente, sabe que si se lo vuelve a encontrar volvería a caer. Por lo mismo desea no cruzar su camino, está en otra o con otro y no quiere arruinar lo que él mismo le enseñó ni convertir los recuerdos en un desagradable error. Quédese con esa nostalgia del primer amor, puede que se de cuenta que era más una ilusión bien imaginativa que verdadera realidad. Se lo recomiendo.

martes, 6 de mayo de 2014

El encuentro con un ex

Fue uno de esos días tranquilos, calcados al anterior, la misma rutina, el mismo taco, el mismo trayecto y de repente pensé en que la mejor opción ese día era no haberme levantado de la cama.
Iba cansada, caminando con los hombros caídos, con esa insistente mirada sobre el teléfono que no sonaba, esperando una llamada, una invitación a dejar las cosas claras, a mentirnos siquiera y pensar que esto no había acabado.

Entonces te ví caminando, parecías feliz, la misma sonrisa dulce, el mismo paso despreocupado. Hablabas por teléfono, parecías muy interesado. No pude escuchar lo que hablabas, ni siquiera estábamos cerca para hablar, y no tuve el valor de acercarme. Y en ese momento me di cuenta que me habías sacado de tu vida, tres meses después de haber terminado me había convencido por fin que me dejaste para siempre, que eso que tuvimos no tenía un retorno.

Y yo seguía aquí llorando aún por las noches, mientras tú salías ya con otra chica. Lo supe por el video que cruelmente pusiste en tu muro, abrazándola y ocupando mi lugar con otra. Lo supe desde el mismo momento que dejaste de escribirme buenas noches, meses antes de terminar, cuando tus besos eran una máquina que había aprendido la mecánica de un beso sin amor. Lo había descubierto antes, muchos meses antes, cuando lo que querías, tus sueños, tus viajes no me contemplaban, cuando olvidaste el primer aniversario, cuando dijiste algo hiriente y me lo tuve que tragar.
Lo supe quizás la primera noche juntos, cuando dijiste demasiado pronto te quiero.

Te ví hoy tan lejano, tan indiferente, tan extraño y me pareció injusto estos años juntos. Te amé sinceramente, desde lo más profundo de mis miedos dejé que te acercaras y ahora, así, como un desconocido advierto todas esas veces que me dañó tu amor.

Aún me quedan tus recuerdos pegados, el aroma de tu piel aún sigue sofocándome por las noches y volveré a llorar esta noche por ti. Pero he descubierto ahora, después de cegarme antes, que no estábamos destinados a ser nunca, fuiste un extranjero siempre. Tú ibas por tu camino distinto  y yo insistí en seguirte, abandonado el mío equivocadamente.