sábado, 28 de diciembre de 2013

De nada Sr Disney

No es tan tarde, pero un montón de trabajo pendiente me espera hace horas mientras sigo perdida en el desastre hormonal que viene más seguido que una vez al mes a despedazar las coherentes razones en mi mente racional y fría de mujer independientesatisfechaliberal. Puta que me pongo sado, y me gusta sufrir solita, a oscuras y mandarme un par de reflexiones que me guardo en el bolsillo al otro día.

En estas líneas bien penosas y bien lejanas a lo que la mayoría de las veces intento plasmar, se arrancan un par de pensamientos masoquistas que no desaparecen fácilmente. Y puedo asegurar que a usted también le ha pasado, pero debe cambiar el switch, cambiar la radio y mamarse todo ese discurso de dignidad aprendida. Y después nos dicen maracas de corazón frío.

Lo que originó este post medio pasado a chela es la incertidumbre de los años que pasan, de la sensación de  aprender a ser la madura que acepta todo, la digna que se traga los celos, la que no reclama  porque ya no quiere ser tiramiga, la que se mama las preguntas de otros y las presentaciones en sociedad como amigos,,,,,después de varios años, la novia eterna que aún espera bajo al almohada el anillo. Todas esos papeles de niñacorrectasufreensilencio.

A todas nos gustaría en algún momento dejar de ser esa careta de perfecta y civilizada que se atraganta con las dudas, y lanzar todo al carajo, pedir aquello que queremos sin tener miedo a ser la bruja. Porque aceptémoslo, existen bastantes brujas en el mundo, pero una parte mía a veces quiere comportarse por una vez como la bruja de la película y pedir aquello que nos parece justo. Nadie dijo que debíamos ser siempre la princesa que espera en el castillo. Después de todo el mundo real tampoco nos ofrece al príncipe azul muy seguido.

Ese equilibrio entre zorrasincorazón y brujaamantedeldrama que nos sustenta está ahí, esperando apoderarse de todas nosotras.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Hemos perdido a una amiga

Sucedió rápido, un día te dice que conoció a un loquito buena onda y tres semanas (o lo que se demore en concretar el susodicho), la hemos perdido, sí, nuestra amiga, otra de las forever alone ahora está pololeando y ha decidido esfumarse de nuestro mapa.

Este es el invariable resultado, cuando una amiga empieza a pololear:

1. Los minutos en el celular te sobran. Miras tu cuenta y piensas en cambiar el plan, porque ya no están esas conversaciones hasta las 3 sobre cuantas carteras necesitas, o del nuevo vecino que está como quiere, que el celibato te está jugando una mala pasada porque encuentras un leve atractivo en el guatón Salinas.

2. La invitas a los carretes más reventados, donde una amiga soltera te facilita todo el trabajo para conocer a varios amigos solteros, y siempre es la misma respuesta. No.

3. Estás subiendo de peso, ya no sales a correr para vitrinear a los deportistas de sábado, porque sola y sin copuchar ya no es lo mismo, a  los 3 pasos aprovechas la panadería y vuelves sin una gota de sudor a la casa.

4. La envidia te corroe. Es cierto que estás feliz por ella, sabes que se lo merecía. Pero ahora mismo en la frialdad de la noche te mueres por hacer cucharita.

5. Cada día estás más sola porque todas tus amigas están siguiendo el camino del pololeo.

6. Por lo mismo cada vez sientes más ganas de ya no estar sola y vuelves al punto 4.

7. Quedan cada día menos solteros disponibles. Y de lo que queda es difícil escoger.


Bonus. Su típico discurso y las ganas que todo el mundos esté pololeando, la búsqueda entre sus primos, amigos, conocidos solteros para qué estés con alguien. Uff, next.