domingo, 30 de junio de 2013

Colorín colorado

El fin de una relación es casi tan complicada como el primer beso. Sin embargo uno puede no ser un experto besador, pero en la práctica vas aprendiendo lo que el otro quiere y convertir el choque de dientes inicial  en un cosquilleo en la guata que aprieta las entrañas y te deja simplemente enloquecido. Terminar una relación no permite ensayo y error. De esto depende si podrás volver a mirar a la otra persona sin tener que recibir un golpe en la cara, o por lo menos reconocer en sus ojos las ganas de ese golpe y perder tu reputación porque el loquito te dejó mal hasta con el panadero.
Terminar es un punto tan importante para no dejarle el corazón en trizas al pateado o asegurarle un buen sueldo a los psiquiatras, brujos y tarotistas. Es tan bien la salida que uno misma a veces debe tomar, pero encontrar ese momento preciso y las palabras perfectas es como tomar el transantiago vacío.

Por naturaleza somos seres cobardes, habituados a la rutina, a la cueva segura, a acostumbrarnos a lo que tenemos por miedo a emprender viajes inseguros, a sufrir y a hacer sufrir. Sentir ese miedo a perder un asco de relación que hiere y donde abunda la misma posición todas las noches es más doloroso por ese sin sabor de lo que vendrá después, esa estúpida duda de.. y si me arrepiento.
Y no hablo de relaciones eternas, de matrimonios e hijos que en esos siempre el conformismo gana. Hablo de incluso esa relación que no tiene apellido porque el susodicho aún no está claro, se come todas las noches el postre, pero no está dispuesto a probar legumbres algunas semanas. Y uno espera y desespera en esa insoportable mentira que es esperar su decisión. Porque estamos seguras, si acéptelo, que esto no va a ninguna parte o por lo menos a la misma que usted quiere.
Y mirar a los ojos al otro y decirle que esto se termina, puede ser un libreto que ensaya todas las noches frente a su espejo, pero termina pensando en un final feliz o por lo menos considerando darle otra oportunidad.

Amiga, cuando usted ha llegado a pensar que todo tiene olor a naftalina y tiene este sentimiento metido en la cabeza, ya no hay nada que hacer. Cuando una sabe que tiene pocas jugadas que salven esta relación, el jaque mate viene. No invente salidas, el hecho que usted lo tenga en la punta de la lengua significa que lo ha pensado suficiente y ya no hay más que hacer que decirlo.
Todos tenemos derecho a tener lo que queremos, no le está haciendo un favor a nadie con seguir callada, el loquito quizás lo está pasando tan mal como usted y espera el primer paso. Al final todos somos cobardes, está en usted ser el potencial héroe que nos de el ejemplo a todas aquellas que aún practicamos en el espejo.

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